Corazón que gimes
penas
por un amargo tormento,
viertes sangre en tus
heridas
…lloras dolor y
lamento.
Desgarras las amarguras
con jirones de tu
carne,
mientras que tu débil
pulso
se va esfumando en el
aire.
Te pido que no te
rindas
pues aún te queda vida…
y los remiendos que el
tiempo
va poniendo en cada
herida.
Si puedes has un
esfuerzo
por mantener tu compás,
pues la vida es una
sola
y la debemos honrar.
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Autor: Jorge Horacio Richino.
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